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Las palabras de mi hija

Por Geovanny Espinosa T. En lo alto de las montañas crece una ciudad muy bonita, llena de casas de todos los tamaños y colores, y de calles estrechas que a menudo están congestionadas. Dicen que es la carita de Dios. Yo creo que no es así, porque tiene casi quinientos años pero para mi que Dios es un poco más viejo. Viví ahí cuando era una bebé, ahora vivo en otro lugar al que todos le llaman el valle. Mi abuelo venía acá de paseo cuando era joven, o sea que en esos tiempos el valle servía para pasear y no para vivir. El valle es como Quito, muy lindo, pero con   menos carros y más caballos. Aquí hay caballos porque si subieran hasta Quito llegarían muy cansados. Dicen que cuando se sube a Quito a una le coge la altura y se enferma. Por eso hay pocos caballos allá porque no hay hospitales para caballos, solo para jinetes. Lo malo es que los jinetes están cambiando caballos por carros. Hay familias que tienen uno, dos y hasta tres caballos, otras que tienen uno, dos y hasta

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